Los personajes de esta historia le pertenecen a Stephanie Meyer
Capitulo X.
¿Problemas o adicciones?.…......
La manos me picarón todo el día, una extraña pesadez en el estomago me hacía desear quedarme sentada y no moverme.
Esa pesadez se transformó en un nudo cuando Edward no se presentó a la clase del señor Cullen.
Ni el señor Cullen lo hizo.
La Señora Cope estaba había entrado hacía quince minutos sin decir más que nuestro maestro de ética y relacione humanas se ausentaría por motivos personales.
Edward.
No había otra opción, la ansiedad comenzó a subir lentamente desde mis pies hasta la cabeza. Me levanté despacio de mi asiento, Mike había estado hablándome pero se rindió rápidamente cuando no le hice el más mínimo caso. La señora Cope estaba ojeando una revista de tejido con una concentración absoluta.
—¿Señora Cope? —Susurré conflictuada, sin saber realmente que iba decir una vez captada su atención.
No levantó la mirada, no pestañeó, simplemente arrugó la nariz como si mi voz hubiese sido muy desagradable.
Carraspeé y lo volví a intentar, con un bufido dejó la revista sobre el escritorio y me miró con reproche por encima de sus gafas.
Humedecí mis labios pensando furiosamente como continuar, preguntar directamente por Edward o su hermano no me pareció una idea especialmente brillante.
—¿Puedo ir al baño?
Esa tampoco lo fue.
—Acabas de entrar del receso —Su voz áspera se me hizo más desagradable que de costumbre.
—Sí, señora —Respondí suavemente clavando la mirada en mis manos mientras comenzaba a juguetear con mis dedos.
—¿Y tienes que ir otra vez? —Preguntó como si aquello fuera inverosímil.
—Tengo incontinencia urinaria —Respondí rápidamente, arrepintiéndome al oír las risitas de una chica que estaba sentada muy cerca de la señora Cope, la miré de reojo y vi como se giraba a murmurar algo al oído de la chica detrás de ella, que comenzó a reír también.
No era muy buena trazando planes, al parecer.
—Oh, de acuerdo —Murmuró de manera pensativa— Ve querida, ve —Me apremió comprensivamente.
Le di las gracias y salí del salón rápidamente, mientras la oía regañar a las chicas que se habían estado riendo. No tuve tiempo de ganarme la simpatía de la anciana mediante una mentira.
Necesitaba saber que estaba pasando, de alguna manera, la pelea del estacionamiento seguía haciendo ruido en mi cabeza. ¿Y si Tayler le hizo más daño del que parecía?
No debía importarme, no debía, pero con un demonio que lo hacía.
Sin darme cuenta había comenzado a correr por los pasillos vacíos, iba a la enfermería, pensando que si estaba herido o algo parecido, debía estar ahí. Pero al pasar por la oficina del director lo vi sentado en una de las sillas de plástico con la mandíbula apretada, la mirada clavada al piso y los puños llenos de sangre.
Un gran suspiro brotó desde mis pulmones cuando lo vi, no era su mejor momento, pero definitivamente no era nada grave, sólo estaba en problemas, otra vez. Caminé sin darme cuenta hasta sentarme junto a él.
Oía la respiración de ambos, el sonido del reloj en la pared, el murmullo de voces a través de la puerta, incluso el repiqueteo de la lluvia azotando el viejo edificio.
—Eres un tonto —Murmuré mirando mis pies.
Otro suspiro, pero esta vez no venía de mí, sentí el peso de su brazo sobre mi hombro y como me atraía a su cuerpo.
—Lo sé —Respondió en el mismo tono.
—¿Qué hiciste ahora? —Pregunté recargando mi cabeza en su pecho.
Un silencio de varios segundos me hizo creer que no respondería, hasta que finalmente susurró un escueto “Nada”.
—Golpeaste a Tyler —Comencé no muy segura de cómo seguir— ¿Por qué?
—Tú sabes por qué —Afirmó él duramente.
—No, no sé…
—Lo sabes —Me interrumpió endulzando su voz, movió su cabeza y posó sus labios sobre mi sien— Sé que estás molesta conmigo, carajo, me lo merezco, pero si alguien se atreve a tocarte de nuevo, voy a matarlo y debes saberlo, a ti o a Jessica, voy a matarlo — Repitió mientras su voz se agitaba ligeramente.
Una indescriptible ola de emociones me asaltó cuando oí la convicción en su voz, cuando asimilé cada palabra, mientras su brazo estaba envolviéndome, protegiéndome, mientras su voz me consolaba.
En ese momento nada en el mundo podría hacerme daño.
Giré mi cabeza hacía él, levantándola ligeramente para poder mirar su cara. De pronto no existía nada más, me perdí en sus ojos, en sus labios…
Un cosquilleo nervioso y agradable reemplazó el nudo en mi estomago, mientras la certeza de que iba a besarme se hacía presente, también estaba perdido en mí, pero estaba demasiado aturdida para reflexionar sobre ello.
Sentí el roce de sus labios sobre los míos justo en el momento en el que la puerta de la oficina del director se abría. De aun salto me alejé de él, tal y como había pasado en mi cuarto cuando Jessica despertó. Me levanté de la silla y me moví unos pasos metiendo las manos en los bolsillos traseros de mis jeans, sin poder mirar otra cosa que no fuera el piso, con la cara tan caliente, que seguramente estaba completamente carmesí.
—Señorita Swan —La voz dura del director no parecía sorprendida por mi presencia ahí— Espero que esto no se repita, la próxima vez no seré tan benévolo con ninguno de los dos.
Levanté la mirada la mirada justo cuando Edward se levantaba de su sitio— ¡¿En qué clase de mundo demente ella tiene alguna culpa en todo esto?!
—Según usted, señor Cullen, todo ha sido por un asunto entre la señorita Swan y el señor Crownly —Habló con el mismo tono severo.
Con una mueca de incredulidad, Edward extendió sus brazos hacía su hermano con un claro gesto de “A eso me refiero”.
—Edward, basta —Reprendió el señor Cullen con cansancio, como si realmente no quisiera hacerlo, consiguiendo que Edward lo mirará como si le diese asco.
—Vayan a clases, y manténganse lejos de los problemas —Terminó el director haciendo un gesto con la mano.
Con un bufido, Edward tomó mi mano y comenzó a caminar, estaba bastante aturdida, así que lo seguí sin protestar.
—Esto tiene que acabar, Edward —La voz cansada del señor Cullen me hizo girar la cabeza hacía atrás. Parecía realmente agotado, ni un ápice de enojo o intolerancia.
Edward se detuvo, pero no se giró, me detuve con él.
—No puedo —Pronunció despacio, no entendí su actitud derrotada, ni porque Edward parecía más triste que enojado a pesar de su seño fruncido y mandíbula apretada. — Exactamente por esto lo llamé —Continuó tiñendo ligeramente su voz de frustración.
—Eres un cobarde, Emmett —Respondió Edward apretando mi mano— Igual que él.
Tiró de mi mano y nos sacó del edificio hacía el estacionamiento, una vez llegamos a su auto soltó mi mano, estaba furioso, cualquier resquicio de tristeza había desaparecido, abrió su volvo y comenzó a esculcar en la parte trasera.
Crucé los brazos sobre mi pecho sin estar segura que debía hacer, hasta que lo vi saliendo de su auto con una botella en la mano.
—¿Qué es eso? —Pregunté como una idiota, sabiendo exactamente que era.
—Agua bendita —Se burló cínicamente abriendo la botella.
La rabia que bulló en mi interior no tenía nada que ver con que me hablara como si fuera tonta, sino, en el hecho de que pensará en beber, otra vez.
No era una conducta aislada, él era alcohólico, como lo era Earl.
No.
No podía, me resistía a la sola idea de compararlos aunque fuese en un punto.
Caminé con decisión y una valentía que no sabía existía en mí y de un manotazo tiré la botella al piso, su mano se cerró alrededor de mi muñeca y nuestros ojos se encontraron de una manera muy diferente a la de hace unos momentos.
Mi mirada desafiante chocó con sus ojos furiosos.
—¡¿Qué mierda haces?! —Masculló sin soltarme.
Sus manos eran firmes, pero no estaban ni cerca de hacerme daño.
—Eso te hace daño, no lo necesitas —Respondí convencida.
—¿Y tú qué sabes? —Insistió acercando su cara a la mía.
—Quiero ayudarte.
Soltó mi muñeca y me miró unos instantes, antes de sonreír con cinismo— Te tengo noticias, Bella —Se burló volviendo a abrir su auto— Para ayudarme, tendría que tener algún problema —Sacó otra botella y la hizo bailar frente a mis ojos— Y yo no tengo ninguno.
Me impactó que tuviera más de una botella en su auto, pero me dolió que me hablara de esa manera.
—Bien —Di un paso atrás queriendo alejarme de él lo más rápido posible— Toma la botella, Edward —Acepté asintiendo rotundamente decepcionada— Toma todas las que quieras —Continué dando otro paso atrás, mientras él borraba la sonrisa.
—No necesito tu autorización —Me comunicó innecesariamente.
—No estoy autorizándote —Aclaré encogiéndome de hombros.
Iba a decir algo más, quise hacerlo, algo impactante que lo hiciera recapacitar, sin embargo, pensé que no habría nada que yo pudiera decir que lo hiciera cambiar de opinión, según me había aclaro durante la conversación, me di la vuelta y comencé a caminar lejos de él.
—¿A dónde vas? —Preguntó en seguida.
Fingí no haberlo oído y continué caminando.
—¡¿Bella?! —Insistió alzando la voz.
—Emborráchate, Edward —hablé girándome sólo un momento— Eso te hace feliz ¿Para qué me quieres a mí?
—No seas ridícula —Habló incrédulamente, haciéndome enojar otra vez.
—¡Sí, soy ridícula y tú un borracho! —Le grité sintiendo que sólo así entendía— ¡Así que mientras las cosas sigan así no me busques, lejos estamos mejor!
Me marché furiosa, y pensé que ya era una costumbre terminar así los encuentros con él. Volví a clases y Edward no apareció.
Traté de controlar la decepción al deducir que habría elegido la botella.
…
—¿Sigues enojada? —Pregunté a mi hermana al día siguiente cuando llegábamos a la escuela.
Ella me miró de reojo y conteniendo una sonrisa se encogió de hombros. Sonreí.
—Entonces… ¿Otra vez me quieres? —Pregunté con intención.
Se giró sobre si misma y estampó su cuerpecito contra el mío envolviendo mi cintura con sus brazos— No digas tonterías —Me reprendió escondiendo su carita en mi pecho— Eres la persona que más quiero en el mundo.
Devolví el abrazo y me permití disfrutar de su afecto sincero, mientras me moría de miedo al sentirla tan frágil.
Después de unos segundos, besé su cabeza y ella se abrazó a mi costado para volver a caminar. Al llegar a la entrada de su edificio miró detrás de mí y abrió mucho los ojos.
—¡Edward! —Exclamó mirándome con los ojos muy abiertos, miré sobre mi hombro y vi que su auto estaba entrando en el estacionamiento— No te lo dije —Continuó volviendo a llamar mi atención.
—¿Qué cosa? —Pregunté con una sonrisa, tratando de disimular la tensión.
—¿Se metió en muchos problemas? —Preguntó con una mueca de preocupación.
—¿Cómo lo sabes? —Inquirí frunciendo el seño.
—Ayer —Comenzó con la voz excesivamente aguda por la emoción— Debiste verlo, entró a mi salón como loco —Se rió un poco y continuó— Me sacó sin explicarle nada a nadie y me llevó a la enfermería —Empezó a reírse más fuerte— La enfermera estaba tan sorprendida, y él le exigió que revisará que todo estaba bien, ella le dijo que lo haría pero que llamaría al director, estaba bastante espantada porque yo tenía una herida en la cara y a él le sangraban los nudillos.
—Le sangraban por golpear a Tyler… —Murmuré más para mí que para Jessica.
—¡Lo sé! —Exclamó ella emocionada— Me lo dijo mientras la enfermera llamaba al director —Sus ojitos brillaban de excitación— ¡Por defendernos!
No sabía de tu blog, me acabo de enterar.... esta historia siempre me encantó a pesar de lo triste... actualiza mas seguido porfa!
ResponderEliminarme gusta la historia y me acabo de enterar de tu blog espero q actualizes pronto
ResponderEliminarme encantaaa y me lei todos los capitulos :D ojala q publiques otra vez, me encanta ver a jessica no como la zorra mala u__U jajajajaj nos vemos :D.
ResponderEliminarkim
Me encanto el cap... Edward es un imbecil pero asi lo quiero jjajaja...
ResponderEliminarCuidate y besos